sábado, 21 de mayo de 2011

Evocación del joven José Martí en Guatemala. Vick Gómez Miller

José Martí es muy joven cuando arriba a Guatemala. Llega triste,
pobre y desconocido. Le acompañan tan solo cartas de recomendación
para personalidades de ese país, incluyendo una para el presidente
Barrios. Estas misivas les fueron entregadas por el padre de su amigo
del alma Fermín Valdés Domínguez y por Antonio Carrillo, un amigo
de Sevilla.
Un bayamés,José María Izaguirre, Director de la Escuela Normal es
a quien primero visita y conquista con su juventud y elocuencia.
Poco después le integra el propio Izaguirre a su claustro, encargándole
los cursos de Historia y Literatura.
Su visita acompañado por el Director de la Escuela Normal , es ahora
al Presidente de la República de Guatemala, quien le recibe cortés, y
afectuoso le interpela.
Barrios: Con que cubano...¿Eh?...¡Aquí queremos bien a los cubanos!..
Que se lo diga el amigo Izaguirre, ¿No es así?
Izaguirre asiente y al joven Martí le cae bien este hombre que ha tenido
el atrevimiento de reconocer oficialmente la independencia de Cuba.
En una de las veladas en la Escuela Normal habla el joven Martí, el tema:
La Oratoria. Con voz serena va desbordándose su elocuencia, sus gestos
viriles e intensos, fastuosas las imágenes, a tal extremo que los letrados
presentes le escuchan asombrados, dejándose arrobar por la magia
sostenida del cubano. Una joven, en particular, no aparta sus ojos del
rostro de quien así habla, ella es María García Granados. Luego el aplauso
entusiasmado.
Desde que el joven Martí pronuncia sus discursos, le rodea una
aureola de afectos y admiración. Donde quiera es observdo con
simpatías.
Las fiestas teatrales de la Escuela se suceden; en todas María García
Granados forma parte del programa. Tiene 20 años, voz cálida, rostro
pálido y fino y Martí ya le ha descubierto un vago amor dormido en la
mirada intensa de sus ojos. Los versos que le escribe en el album están
adornados de galanterías . Cuando ella se sienta al piano la dulzura
de su voz le enternece...así la guatemalteca le atrae.
Un día le invita a visitarle el padre de la amable y bella joven, el
General García. En una de esas ocasiones escribe en el perfumado album
de María:" Con amor fraternal habla el proscrito".
El joven no se percata , pero cuando él visita este hogar ella palidece para
luego ruborizarse. Cuando canta junto al piano su melodiosa voz inunda
los salones y pasillos, la solicitud del proscrito teje en su interior una
desconocida esperanza.
En la casa del General halla Martí el familiar cariño, que le ayuda a
compensar la ausencia de los suyos y a él le urge esta cálida relación
que le conforta.
María con timidez le solicita: ¡Pepe...seria tan amable de escribir
algunos versos en mi album...¡Los aprecio tanto!
El con afecto le responde: para usted mi dulce amiga, la musa que
me acompaña siempre tiene algún sueño que convertir en poesía.
Ella arrebolada le contesta agradecida: ¿Si Pepe?...Gracias, es usted
tan bueno.
El joven Martí le escribe cuidadoso, siente que algo muy profundo
comienza a extenderse entre él y María, y procura que no continúe,
porque adivina tanta ternura, que no desea lastimarla:" A tí va alegre
mi canción de hermano...¡Cuán otro el canto fuera :
¡ Si en hebras de tu trenza se tañera!
La esquivez fraternal de los versos estremece a la joven. Al continuar
Martí las palabras evocadoras de su vida, deja percibir entre pausas
algo más de lo que ha expresado, donde la amistad es insistente.
María se lleva el pañuelito blanco a los ojos enrojecidos y de
momento huye del mirador, mientras el joven la observa entristecido.

No vuelve a verla hasta semanas después de la feria de Jocotenango.
El coche del General García, donde también van su esposa e hijas le
pasa muy de cerca; ese mismo día, en horas de la tarde recibe una
nota en que se le invitan al hogar donde siempre se le acoge con
ternura.
María está muy pálida Los jóvenes cambian entre sí palabras
cuidadosas, difíciles; el día cede a la tarde y el proscrito en su interna
soledad teme a la noche que cargada de estrellas y perfumes se
avecina. Por ello con premura se despide.
Días después, vuelve a conversar con el General García, le confiesa
que pronto se casará en México Allí le espera Carmen Zayas Bazán,
una cubana a quien se ha comprometido en matrimonio ;
el General afectuoso le reprende: ¿ Y es que usted joven, no
ha encontrado para su propósito de matrimonio ojos más bellos en
Guatemala?
El responde turbado: Muy bellos los hay General...pero...la palabra
empeñada obliga...¿Usted me comprende estimado amigo?
Todavía vuelve Martí a la casa del buen amigo y allí la mirada
triste de María le enajena; el diálogo con la niña se hace íntimo.
Ella le reprocha por faltar a la sinceridad en sus versos, por una magia
ensoñadora que sin pretenderlo la hechizaran.
¿Pepe, por qué nunca me escribió toda la verdad que de usted esperaba?
Pero, María , nunca dejé dee ofrecerle mi sincero afecto de hermano,
siempre lo leyó en su album.
María conoce ya el día del viaje de su amigo a México, así cuando él
va a despedirse del General...le llama con dulzura: Pepe...Pepe, por
favor ...¡ venga acá.! Y con voz entristecida le implora: Tome esta
almohadilla de olor mi buen amigo...¡Guárdela...da buena suerte y
usted la merece!
Él recibe aquel recuerdo, que preparara María y donde un bello
bordado hace trascender la presencia de la niña. Anonadado Martí
calla,pero de pronto un impulso impremeditado le lleva a besarla
con unción en la frente que abrasa.

Martí ha viajado a México , pero allí su estancia es breve. El propio día
en que concluye su licencia regresa con Carmen Zayas llevándola del
brazo. Ella es ya su esposa ante la ley de los hombres. Esa misma
tarde al pasar frente a la casa del General cree el proscrito observar una
figura que se ha insinuado en el mirador. El cubano siente muy dentro
del corazón los dedos helados de lo definitivo.
Días más tarde le visita el General García. Se excusa de que María
no le acompañe en esta ocasión: Mi locuela, una tarde, ya a deshora
se entró en el río y...desde entonces vienen dándole fiebres.
¡Son cosas de la gente joven, ya ves!...Bueno, amigo mío no olvides
de visitar mi casa, para que las niñas conozcan a Carmen, que
es muy bella, con el perdón tuyo Pepe.
A los pocos días Martí conoce por Izaguirre que María está muy
grave, él duda en visitarla, algo le susurran las palabras del
adios postrero. A la mañana siguiente las campanas de la
recolección doblan a muerte. Martí presuroso acude a la
bóveda helada. Todas las miradas en aquel silenciosos recinto
convergen sobre el joven. Él callado , se aproxima al féretro
en que reposa María García Granados. Al llegar junto a éste
con infinita congoja besa la mano afilada y luego conmovido
vuelve a besarla en sus diminutos zapatos blancos.

Guatemala se echa a las calles; es acontecimiento la muerte de la
hija del General García. Las flores cubren el ataud que es conducido en
hombros hasta el cementerio. Cuando todo termina Martí e Izaguirre,
quedan rezagados y se miran a los ojos en silencio. Luego salen
calladamente. El Joven proscrito, lleva en el corazón entristecido unos
versos que ya le atenazan:
Quiero a la sombra de un ala, contar este cuento en flor: la Niña de
Guatemala ...la que se murió de amor...

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