La mañana es azul y con ideas vuelven a batallar nuestros pioneros.Son combatientes de sonrisas claras y seriedad en el temprano y magnífico corazón en que siembra la Patria.
En esa luz que irradia de nuestra historia cotidiana anda un niño de ágil caminar que me adelanta próximos ya a la Tribuna Antimperialista José Martí,donde otro niño sostenido por el brazo de su padre le observa señalar hacia el norte la exactitud del enemigo.
Alargo el paso cuando el pionero de repente se detiene e inclina para tomar algo de la calle, en mi premura casi atropello el pequeño cuerpo que de inmediato se incorpora.
Ahora me mira y encuentro en sus ojos un brillo que le ennoblece, tiene en sus manos una banderita de de papel que aprieta contra su pecho.
Sorprendido todavía atino a preguntarle por qué recuperaba aquela diminuta bandera tricolor caida sobre el pavimento humedecido.
El me observa entonces con incredulidad y pronto me responde: Compañero, si dejó mi banderita cubana sobre el suelo podrían pisotearla.
Luego corre con renovada energía mientras yo en silencio siento crecer dentro de mi corazón a aquel niño como si fuera un Gigante Mambí de Estas Batallas.
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