viernes, 23 de octubre de 2009

INMORTALIDAD. Por Manuel Navarro Luna

Mientras pueda mirarse tu rostro destruido
y sobre él erigirse una lágrima fuerte;
mientras pueda la luz,tan tuya,contemplarte
iluminando el rumbo postrero de tu frente...

¡aún no será toda la muerte
sino un poco de muerte...
¡Nada más que un poco de muerte!

Cuando llevemos tu ataud en hombros
y en la casa se queden llorando las mujeres
y llorando los hombres el dolor infinito...
de perderte...

¡aún no será toda la muerte
sino un poco de muerte...
¡Nada más que un poco de muerte!

Cuando ya estés debajo de la tierra
en gusanos y polvo convirtiéndote;
cuando ya estés cubierto de agua negra
hundido en la sombra para siempre...

¡aún no será toda la muerte
sino un poco de muerte...
¡Nada más que un poco de muerte!

Cuando los que hoy te lloran y los que, tristes, callan
al ver como han caido tus oriflamas verdes,
mañana no recuerden tu juventud radiante
ni la limpia frescura de tu presencia alegre...
¡Entonces si será toda la muerte!
¡Toda la muerte!

Pero si te has resuelto,con tu copa colmada,
a verter su licor en las zonas dolientes,
y mueres batallando por libertar al hombre
de las cadenas frías que lo hieren...

Aunque ya estés caído...
Aunque ya estés inerte...
¡Para tí no habrá muerte!
¡No habrá muerte!

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