Ella fue la alborada peregrina
en que nació el cariño más sincero.
Ella encendió en las noches un lucero
que a pesar de los años me ilumina.
Ella fue la sonrisa cantarina
que perfumó la tarde de amapolas.
Ella tuvo de mar, de caracolas,
de lluvia rfrescante en el verano
y me tendió gentil su frágil mano
y el místico salobre de sus olas.
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