miércoles, 12 de enero de 2011

Décimas y otros versos. Vick G. Miller

Como te recuerdo.

Del batir del colibrí
el temblor de tus pestañas.
Tu boca: dulzor de cañas,
tu perfume : de alelí.
Pulso el verso para tí
mientras me amarra tu aliento
y el color del firmamento
se te diluye en los ojos
alentando a mis antojos
tu cabellera en el viento.

Inolvidable montuna
para un tiempo que no espera
vuelves a ser la quimera
que retoza con la luna.
tu piel en mi piel se acuna
mientras tu rostro en mi pecho
olvida que el tiempo ha hecho
de escarchas las madrugadas
y son tus muslos frazadas
que dan cobija a mi lecho.

Llegaste por fértil trillo,
airosa, con un pañuelo
sobre tu nocturno pelo
de acacia y de romerillo.
Llegaste cual pajarillo
inquieto a mi enredadera
y para que te quisiera
desde ese frágil momento
anidaste muy adentro
como el insomnio y la espera,

Sobre la yerba el rocío:
llanto de la madrugada
y tu en pasión afiebrada
apaciguando mi brío.
Tu colando en el bohío
un café de largo aroma,
y cuando la brisa toma
perfume de tus cabellos
hay miríficos destellos
en la neblinosa loma.
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¡Qué linda estabas aquella tarde!

¡Qué linda estabas aquella tarde!
La despedida fue inevitable.
Yo nunca supe que raro hechizo
mudo testigo de nuestra angustia
tornó las nubes de un gris plomizo.

¡Qué linda estabas aquella tarde!
que nuestras vidas
tomaban rumbos desconocidos
y sin embargo...
algo me dice que vamos juntos
aunque sigamos sendas lejanas .
Acaso el tiempo nuble el recuerdo
y nuestras cienes pueblen sus canas.
Tal vez presientas que en nuestras almas
todavía arda aquel cariño que fue mi gloria
y aquel orgullo que nos llenaba.
Y yo me diga viendo el pasado:
¡Qué linda estabas aquella tarde!

Una mujer de ojos color café.

Una mujer color café en los ojos
no se por qué me dejó su mirada.
Ella tiene de bosques y de Hada
y una varita mágica de antojos.

Una mujer de labios bellos, rojos,
que se asoma a la puerta perfumada,
hasta me dice adios, como embriagada
de mirarnos callados a los ojos.

Esa mujer que por las tardes viene
hasta el parque con rosas en el pelo
me ha insinuado que justo la valore.

Cuando la miro los ojos me sostiene
y hay en ellos la sombra de un anhelo:
¡Que no callemos más y la enamore!


l A una joven que vive tras de casa.

Esa joven que vive tras de casa
no adivina lo mucho que la quiero
con un cálido amor tímido y fiero
que enmudece si cerca de mi pasa.

Esa joven del barrio que repasa
cerca de donde vivo y desespero
no sabe que de tarde yo la espero
si llega más temprano o se retrasa.

Yo la miro pasar indiferente
fingiendo es una más entre la gente
mientras mi corazón de amor se abrasa.

Y aunque me quita cada noche el sueño
no le digo que quiero ser su dueño
a esa joven que vive tras de casa.

El Secreto

Las flores iluminan, son como estrellas.
En el recuerdo de tus labios busco
la dimensión del universo.
Mi oscura soledad encuentra tu refugio
y ando porque tu quieres que yo ande
y duermo y sueño para que nada pueda separarnos.
Ni el adios de un octubre
en que aprendí a tocarte con mis lágrimas.
No estoy desamparado
porque tengo en la mesa tu retrato
y los dos nos miramos en silencio.

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