miércoles, 5 de enero de 2011

Los No Cuentos de Manzanillo. Por Vick Gómez Millertos

No Cuentos de Manzanillo por Vick Gómez Miller

Los desvelos, cuando se alargan en las madrugadas traen a nuestra mente antiguas vivencias, que suelen no dejarnos volver a conciliar el sueño.
Uno de estos desvelos me llevó a mi muy humilde infancia ,cuando con la familia de mi padre, residía en el Quinto Barrio, conocido por Barrio de Oro, pues algunas de sus calles llevaban nombres con tal apellido: Joaquín Oro, Rafael Oro y Guadalupe Oro.
Vale decir que un miembro de tal familia llegó a alcanzar el campeonato mundial del juego de Billar.
Es menester entonces comenzar nuestras vivencias frente al parque cuyo nombre Quiroga , obedecía al apellido de un próspero hombre de negocios, poseedor de la fabrica de ron, que enorgullecía a los manzanilleros: el ron Pinilla. Pero este parque para la población era conocido como Vallespín.
En una esquina del parque se encontraba un escuela pública para niñas, donde éstas podían alcanzar hasta el quinto grado de la enseñanza primaria.
Eran tiempos de pobreza extrema, , donde aquellas muchachitas acudían a menudo a las aulas sin ingerir alimentos en sus hogares.
En el patio de mi casa, había algunos árboles frutales, sobre todos los de mangos que nos ofrecían posibilidades de aliviar hambres propias y a mi de venderlos en la cera de la casa, durante el recreo en que por media hora en la mañana, las alumnas cesaban de recibir clases.
Ellas venían a comprarlos por un precio de un centavo la unidad, centavo que en muchas ocasiones no poseían y yo entonces los ofrecía a crédito, aunque, en la mayoría de los casos no pudieran después pagármelos y yo tampoco se los recordaba.
En esa vida sin esperanzas de los manzanilleros carentes de trabajo para una mayoría, a quienes la escuela pública poco les pudo ofrecer cuando asistían a clases, poniéndoles en desventaja con los estudiantes de las escuelas privadas, en las opciones de alcanzar una plaza laboral, porque las escuelas públicas eran en la realidad las más privadas de todo: con sus pupitres rotos y pizarrones en que las tizas apenas podían dejar sus huellas. Por entonces yo con l0 ó 12 años, pasaba las tardes jugando pelota en el parque Vallespín, junto a mis amigos, muchos de los cuales ya eran hombres e incluso bastante mayores en algunos casos. Este parque era nuestro estadio
Creo necesario describirles como era para que tengan una idea del lugar de nuestros encuentros, en que lo mismo utilizábamos una pelota de baseball forrada con esparadrapo o una de soft ball , que los muchachos vecinos del estadio en que se utilizaba, propiedad de una organización social de las clases pudientes, denominada Club 10 y que al llevar a cabo sus desafíos, con frecuencia los fouls o los jonrones las arrojaban fuera de las cercas, lo que era aprovechado con presteza por aquellos que de otra forma jamás habrían podido utilizarlas..
Pues bien, el parque Vallespín se encontraba ubicado entre las calles Rafael Oro, Guadalupe Oro, Mercedes y Esperanza, y en sus extremos crecían árboles de higuillos, muchos más, frente a la calle Rafael.-que era para la disposición del juego su jardín derecho, con una doble hilera y que lo convertían en el lugar hacia donde todos procuraban batear, para alcanzar una o más bases y donde sus jardineros se especializaban en capturarlas , cuando tropezando la bola con las ramas descendía.
En el lateral de la calle Mercedes, existía otra doble hilera, pero no constituía parte del campo de pelota,sino zona de foul.El jardín inquierdo era el más despejado de árboles y hacia allí bateaban los jugadores de más fortaleza por ser la más distante.
Pero por hoy concluyo este primer capítulo, mañana, si me desvelo lo continuaré.

Aquí estamos de nuevo, porque continúo desvelado. Y vuelvo a ofrecerles mi No Cuentos de Manzanillo
Me referiré de inmediato a los equipos, sus encuentros e incidencias así como a sus peloteros.

Los dirigentes de las dos principales selecciones, les ponían nombres que
A todos hacían reir.
Uno era Mambo y Cabilla y el otro El Ripio de la
Cocaleca, así que quienes ya hace mucho peinan canas sobreentienden
Que eran los tiempos del Mambo de Pérez Prado y de un número
Musical caribeño que era el hit del momento: La Cocaleca.
Puntualizo que algunos de los peloteros eran estibadores, con escaso
Trabajo en puerto, otros sin trabajo y un grupo de muchachos que
Les disputaban a los mayores las principales posiciones
Yo tenía entre estos más jóvenes un amigo muy especial, era negro,
Delgado, alto para su edad, pero había perdido una pierna al saltar
En una carpintería sobre las poleas de un motor que le atraparon.
El nombre de mi amigo era Angel, pero todos le llamaban siempre por
Cartone.
Pues Cartone cuando bateaba que lo hacía con mucha fuerza soltaba la
Muleta para correr, que otro compañero le llevaba, y en los buenos
Juegos de soft ball, al duro, que era como llamabamos
Al lanzar fuerte con un catcher, Angel lo hacía con tal velocidad que
Muy pronto era comentario en la Ciudad del Golfo de Guacanayabo,
Lo que con igual rapidez conocieron los miembros del Club donde se
Jugaba soft ball, quienes le invitaron a participar en sus prácticas ;
Tanto les impresionó aquel discapacitado de veloces lanzamientos, que
Propiciaron la idea de adquirile a Cartone una pierna artificial.
.
Ahora quiero hablarles de nuestros habituales juegos de pelota y la
sensación que ofrecían quienes patrullaban el jardín derecho, bajo
de los árboles de higuillos para capturar los elevados que caían
sobre sus ramas..
Estos encuentros se jugaban como por entonces les llamábamos :
(con interés) por las apuestas en metálico que se hacían, y donde quienes
poseían algunas monedas las reunían hasta totalizar 15 o
20 centavos,antes de comenzar el enfrentamiento. si resultabamos
ganadores de la apuesta,nos dirigíamos a la guarapera que montada en
una especie de carretón molía manualmente las cañas y ofrecía
el guarapo bien frío a 3 centavos el vaso.


Y comprándole también a un jocoso vendedor de kekes, más conocidos
Por nosotros como estrellones o pránganas, los ofrecía con un ruego a
Toda voz de : ¡A comer aquí y a cagar a la punta del muelle, por ser
Manzanillo un pueblo junto al mar y encontrase este con su muelle a
Unas tres cuadras de distancia de nuestro parque Vallespín.


En una ocasión en que la apuesta había roto records y se elevaba a 40
Centavos, entre los equipos de Mambo y Cabilla y el Ripio de la
Cocaleca, se encontraba el juego muy cerrado y nuestro contrario de
La Cocaleca estaba al bate, a sólo 4 carreras de llegar a las 15 que era
La meta pactada para ganar el encuentro, y tener 3 hombres en
Circulación cuando se produjo un flai elevado al jardín derecho que se
Enredó en las ramas de higuillos.
El jardinero partió hecho un bólido en su captura y a desentrañar entre
Que ramas caería la bola. De pronto el pelotero dejo de mirar hacia
Arriba y se lanzó al césped, mientras nosotros le gritábamos, que aún
No había caído, pero Guanchi, que así se llamaba seguía
Con desesperación buscando agachado..
Así perdimos el juego, todos los corredores llegaron al home e hicieron
Las 15 carreras.
Pero ahí no quedó todo, porque muy molestos corrimos hasta el sitio
Donde el jardinero derecho aún seguía registrando entre las
Hojas de higuillos si cabe con más desesperación.

Alguien violento le insultó:¡Para ya animal que perdimos el juego! y
Guanchi, si cabe más molesto que nosotros respondió:¡Qué coño
Voy a parar si mi puñetera dentadura postiza, que me costó cinco pesos
No aparece! ¿ Cómo voy a comer sin ella?

Ahora o me ayudan a encontrarla o se marchan todos para la
Misma mierda y…¡Se acabó!

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