miércoles, 24 de marzo de 2010

Había una vez un niño. Poema de Arnaldo Gómez Lotti

Habìa una vez un niño que soñaba,
soltaba riendas de cordura,
su mente le llevaba a ratos
a cabalgr con los indios de Norte América
y odiar a los poderosos cowboys
que les asesinaban.
Era aquel un niño que lloraba
cuando un día supo por Salgari
la vida triste del Corsario Negro.
Luego percibió en su calle
un clamor que permanecía
que procedía de la Sierra Maestra
y de Playa Girón,entonces el niño
se colgó al cuello
un pañuelo rojo que le distinguiera
y se propuso ser como el Che.
Luego ascendió montañas,
transformó su pañuelo
en roja insignia
para llevrla en la parte izquierda
sobre el corazón.
Un día conoció unos labios
y las caricias de unas manos
le hicieron recorrer sus femeninas curvas
y al final retornó a una boca,
y de una boca a un regazo.
Distancias, silencios
que hicieron del amor vags letanías.
Quedó a solas, inseguro,
a pesar de su arma.
Entonces le llovieron versos
y mujeres de singular mirar.
Alguna vez hubo un niño
indio,corsario,pionero, militante,
que a pesar de la muerte
se vistió de hombre
sin perder su infancia
cuando comprendió que su verdadero amor
se llamaba Revolución.

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Soneto a Celia Sánchez. Por Vick Miller

Era Celia de lumbre y de ternura,
humilde y generosa en su manera
y amalgamó su sangre guerrillera
un metal de relámpago y bravura.

Tenía como Mariana, la estatura
de la heroica cubana que se hiciera
en rebelde bregar una bandera
con que alentar en la jornada dura.

Era Celia de carne y de lucero,
la que sobre el Turquino colocara
A Martí con la Sierra por corcel.

Y era aquella paloma que un enero
tras de su raudo vuelo se posara
en el hombro seguro de Fidel.

Sin Adios. Décima. Por Vick Miller

¿Por qué rumbo sin estrellas
andarás pequeña mía?
¿Dónde la melancolía
dejó tus pasos sin huellas?
¿Por que las rosas más bellas
extinguieron su fragancia?
¿Por qué la vida no escancia
entre tus labios su aliento
para que susurre el viento
tu adios desde la distancia?

En Secreto. Por Vick Miller

Las flores iluminan, son como estrellas.
En el recuerdo de tus labios busco
la dimensión del universo
y ando porque tu quieres que yo ande
y duermo y sueño
para que nada intente separarnos:
ni el adios de un octubre
en que aprendí a tocarte con mis lágrimas.
No estoy desamparado
porque tengo en la sala tu retrato
y los dos nos miramos en secreto.

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