martes, 28 de diciembre de 2010

Comenzar el Año con Jose Marti por Vick G. Miller

El Hombre Humilde de la calle de Paula. Por Vick Gómez Miller

Ayer propuse en mi crónica comenzar el nuevo año con José Martí, para andar hacia la victoria y al mencionarle me referí al hombre humilde de la calle de Paula, porque la pobreza siempre le acompañó mientras la dignidad le enriquecía el alma.
Es por ello que también despedir el año 2010 en su conclusión evocando al Héroe Nacional al tiempo que le honramos, nos enorgullecemos por ser sus herederos.
Porque de su vida cargada de penurias y sacrificios parte la carga emotiva que convulsa y conmueve a actual generación , para llevarle consigo en todas las misiones que les asigne la Revolución Cubana.
Por el mundo y por la América nuestra los médicos y los maestros cubanos ascienden montañas, cruzan ríos y residen en casas de campaña , para atender a los humildes y sanarles o devolver la vista a unos ojos que jamás podrían en su ceguera recuperarla, y ofrecerles con los cristales gratuitos la posibilidad de aprender a leer y escribir, enseñados por los generosos maestros del Yo Si Puedo.
Médicos y maestros de la Revolución contra la miseria y la depauperación. Médicos y Maestros de Martí que concibieran las ideas de Fidel para honrar al Maestro de Dos Ríos.
Hoy quiero reiterar la despiadada pobreza que asolara al guía intelectual de la Revolución, cuando recorriera las calles de Nueva York en su andar ágil y puntual desafiando el clima helado , protegido tan solo por su levita raída por el uso, sin lamentos, e incapaz de utilizar parte del dinero que se colectaba para iniciar la Guerra Necesaria, en la compra de una prenda que le abrigara y mejorara su presencia ante los cubanos en el exilio, que escuchándole con ojos humedecidos por la añoranza de la Patria , ofrecían monedas de sus escasos salarios, cautivados por la elocuencia de aquel hombre sencillo que de todo prescindía, para liberar a su país del yugo español..

Concluye un año colmado de esfuerzos y riesgos por nuestros médicos que en Haití se enfrentan al cólera para evitar que la epidemia les asalte y curar a los hombres, mujeres y niños del país más pobre de nuestro continente, asolado con cientos de miles de muertos y la destrucción de sus casas de piedra y barro, por un devastador terremoto que les dejó a la intemperie, pero acompañados en el dolor por los tremendo hombres y mujeres de la salud y la educación, que la Patria de Fidel y de Martí envió allí a compartir sus penas y vicisitudes para salvarles de la muerte y de la ignorancia..
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