viernes, 10 de diciembre de 2010

Inolvidable Montuna. Vick G. Miller

Yo no se por qué camino
hasta mi sitio llegaste
o si ya estabas o entraste
como un inefable trino.
Solo se que hasta mi vino
un rumor de cañas bravas...
y cuando miré allí estabas
en un juvenil alarde
mientras se rendía la tarde
entre jazmín y guayabas.

Después el cañaveral
conoció de tu presencia,
eras de un sueño la esencia
que escapara de su umbral.
Después el itamorreal
la entrada te concedió
y todo se conmovió
porque desde que viniste
se fue olvidando lo triste
que siempre en casa existió.

Luego tu voz se extendió
desde el huerto a la arboleda
y hasta la antigua vereda
tu acento reconoció.
La ternura desbordó
cuanto me pertenecía
y cuando te ví aquel día
partir igual que llegaste
comprendí que te llevaste
para siempre la alegría.

No se porque no detuve
tu sombra que se escurría
cuando se nublaba el día
sin la sombra de una nube.
No se como desanduve
los pasos y en mi torpeza
cuando me senté a la mesa
por el pesar embargado
supe que se había quedado
en tu lugar la tristeza

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