jueves, 3 de marzo de 2011

Crónica por el Ocho de Marzo. Vick Gómez Miller

Crónica por el Ocho de Marzo. Vick Gómez Miller

En la solemnidad de la fecha del Ocho de Marzo, Día Internacional de la Mujer , es preciso significar que la justicia de los hombres honrados borra las discriminaciones que han pretendido minimizarla, para que su subordinación se acepte como un hecho divino.
Las sagradas escrituras de los cristianos la definen hecha por Dios de una costilla de Adán, que luego satanizada por la serpiente le ofreció la manzana prohibida y que éste al morderla les condenó a ser expulsados del paraíso.
La realidad palpable anda pregonando que el verdadero paraíso se halla en el amor de un mujer, que ella es la sal de la tierra y que la soledad del hombre que nunca la tuvo entre sus brazos es el más terrible castigo que la vida puede depararle.
De este acercamiento del hombre y la mujer brota el anhelado sueño que anda en un niño. De ese vástago que perpetúa nuestra especie escribió José Martí: Tengo un hijo en él me renuevo
Ella frágil y fuerte, subyugante e indispensable, hace girar al mundo para que el sol alcance con su luz cada espacio habitado.
Y no basta el amor para glorificarla. El respeto a ella, taller de la vida prescribe que cada día la honremos para perpetuar el milagro de la flor y el perfume , del sueño y la esperanza.
Y en el momento en que la perdemos, comprendemos entonces que el suelo se ha hundido a nuestros pies y cuánto nos sigue siendo necesaria.
El Ocho de Marzo pregona al universo que ni la manzana satanizada, ni la expulsión del paraíso cristiano pudieron mancillarla, porque ella anda con su luz propia, indispensable para comprender que existimos y que el cielo lo podemos hallar en la tibieza de sus labios y en la sabiduría y ternura que ella irradia.
Decir Mujer es alcanzar con nuestras voces las estrellas , es comprender que el trino y la fragancia pueden asentarse en las cobijadoras ramas de sus brazos.
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