domingo, 20 de marzo de 2011

Versos de Vick Gómez Miller en El Amor es un Caminante..

Nuestros Nombres.

Ya mi nombre no es nombre
que se asoma en un verso.
Ahora mi nombre es nombre
de un pecado perverso.

Siempre tu nombre es nombre
que comienza en sonrisa
cual rúbrica invisible
que el recuerdo eterniza.

Y mi nombre es el nombre
que tu risa consume
y tu nombre es el nombre
que en mi verso es perfume.

SOLEDAD

Estoy solo...sin tí...¡tú lo eres todo!
y esta noche me obsede la nostalgia,
las estrellas son voces silenciosas
con palabras de luz y de distancia.

Si pudiera llegar por el recuerdo
hasta el motivo gris que nos separa.
Fue mi sueño tan breve que esa noche
me pareció más larga.

El adios en tus labios sonó hueco
y sentí tanta lástima
cuando al despedirnos con un beso
en tus labios hallé sabor de lágrimas.

Que el tiempo diga de nuestro destino
su canción de las horas más amargas
Eres tan inmensa en el recuerdo
que me llenas de amor toda mi alma.

Cuando vuelvas quizás tengan mis ojos
un brillo inusitado de esperanzas
y solo tendré besos para entonces...
¡Cuando vuelvas...Amada!

Para después de un beso.

Aún despues de tu beso, camino indefinible,
el alma me anochece con su canción de huesos
y un dolor insondable se me escapa en tus besos
y una sed de imposibles.

Aún después del recuerdo...voz de las cosas muertas,
he quedado callando un latido culpable,
estoy vivo, muriendo un muerte inestable
y no lloro al conjuro de las tumbas abiertas.

Para andar en el tiempo me quedarán las ansias
más allá de tu cuerpo, más allá de tu alma
y necesariamente sin rumbo ni regreso.

Y el olvido...enemigo de todas las distancias
como un ldrón cualquiera se llevara del alma
la huella de tu besos.

A ella no he aprendido a dejarla en el olvido.

Hoy te he visto pasar...por la otra acera
caminabas mi amor sin mucha prisa.
Y entonces comprendí que tu sonrisa
le dirigía un adios a mi quimera.

Hoy te he visto pasar con tu manera
tan personal de andar aunque indecisa
y trascendió en un soplo de la brisa
tu perfume que turba y desespera

Hoy te he visto pasar, ¡mal fue mi suerte!
y comprendí esta forma de quererte
cuando el vivir agota su sentido.

Y me nublaste todo de tristezas
porque supe mujer que tú eras de esas
que no pueden dejarse en el olvido.

Ella fue siempre un mal recuerdo

Estoy pensando en tí, afuera hay frío...
y oigo voces llegar desde la calle ;
me atenaza feroz un cruel hastío...
aún recuerdo tu talle, mas no sueño,
no hace falta soñar que estoy contigo.
Te me pareces tanto mi pequeño
y el me habla de tí y yo le digo
incoherentes palabras.
Son iguales los dos y muchas veces
en sus ojos te he hallado y no mereces
ni ternura ni instintos criminales .
¡ Te estoy aborreciendo tanto...tanto!
por toda tu maldad y tu egoismo
que siento a veces odio de mi mismo
por seguir abrazado de tu encanto .
Y en confusos momentos de locura
cuando llego en su rostro a imaginarte
son tantos los deseos de matarte
que casi he extrangulado a la criatura


Después del adios.

Y después que te has ido, estos versos escribo:
cuando ya no te siento palpitar junto mí
comprendo amargamente que tan solo yo vivo
en los breves instantes que paso junto a tí.

Ahora que ya no siento tu cuerpo junto al mío
y no siento tus labios brindarme su calor
tengo el presentimiento que un ensueño tardío
a unido nuestras almas con este inmenso amor.

Ahora que ya no siento tu mano con la mía,
ni tu voz cristalina en el aire latir
la ausencia va acentuando esta intensa agonía
que crece cuando pienso que nunca has de venir.
Y tal vez tu comprendas una tarde sombría
que los dos separados no podremos vivir.

Tus Manos.

Dime ...¿qué tienen tus manos
que cuando mis manos tomas
se agitan como palomas
hartas de cielos lejanos?
Dime...¿si es que ven cercanos
palomares en las mías?
Dime...¿si buscan los días
para olvidar las tristezas
cuando con ellas regresas
hasta mis manos vacías?


...Soñar el mismo sueño

Tus labios se entreabrieron...y no dijiste nada
porque estaba tu alma de silencio.
Yo miré al niño tímido que tomaba tu mano
y al encontrar sus ojos pensé en un hijo nuestro.

Se que tu amor de entonces era un amor de brumas,
de mar embravecido y furibundos cielos,
pero en las madrugadas tus muslos eran tibios
mientras el frío escarchaba con su dientes de hielo.

Amada estás más bella que las tardes de conchas
en que tú me aguardabas desnuda sobre el lecho.
Hoy quisiera con besos calcinarme en tu alma
y quedarnos dormidos soñando el mismo sueño.






vivir

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