martes, 22 de marzo de 2011

El Poema Gaucho. Vick Gómez Miller

No se asombre viejo si me ve llorando,
no soy un cobarde, pero me castiga duro
el recuerdo de ella, del otro y el recuerdo santo
de aquel hijo mío.
De aquel hijo mío que era mi alegría,
un sol de inocencia que pagó la furia tan loca, salvaje,
que clavó en mi alma su mala traición.
¡Un hijo!..¿Usted sabe viejo lo que es un hijo?
Manitas que brindan la caricia pura ,
ojitos muy negros de mirada ingenua,
voz que nos regala celestial arpegio ;
un hijo es pa´el alma raro sortilegio
que brinda emociones, dulces, inefables.
¡No sabe usted viejo como lo quería!
Cuando yo de tarde cansado llegaba...
¡Siempre me esperaba!...¡Siempre me esperaba!
sus bracitos tiernos a mi se enroscaban
y en mi húmeda frente un beso dejaba.
Si supiera viejo lo que es esta angustia
de verse clavado el remordimiento.
Si sintiera viejo esto que yo siento
cuando el pensamiento
va por los caminos negros del recuerdo
y miro mis manos que las siento húmedas...
¡Cómo aquella noche!...¡Cómo aquella noche!
¿Quiere que le cuente?...pero no se asombre
si el llanto me ahoga...¡Usted me comprende!
Yo iba muy alegre, en mi pensamiento iban retozando
la voz y la risa ingenua de mi hijo
y el beso, el beso de siempre de mi compañera.
Llegue silencioso, me acerque a la puerta...
la abrí poco poco pensando en mi hijo
y no sabe usted viejo que llamarada de ultraje y de odio
me cegó los ojos y apagó mi voz.
Yo que la quería, que loco la amaba...
era un beso largo que apérfidos labios
ella le entregaba...ella le entregaba.
Era un beso largo, filo que partía
en muchos pedazos mi felicidad.
Los miré cual si fueran una sombra mala ,
apreté los labios y brilló en mis manos
la maldita hoja de mi perdición.
Pero aquel canalla de un salto brusco pagó la luz...
y fue todo sombras ... pero ciegas...loco, quería vengarme
y palpó mi mano en la sombra un cuerpo...
y una y muchas veces clavé mi puñal.
Húmedas las manos dí fuego a la mecha
pa´verlos juntitos para siempre ...viejo.
Ellos ya no estaban...
me miré las manos húmedas de sangre...
¡sangre de mi sangre! ¡ de mi mismo hijo!
No sabe usted viejo como lo quería...
cuando yo de tarde cansado llegaba
siempre me esperaba...¡siempre me esperaba!
sus bracitos tiernos a mi se enroscaban
y en mi húmeda frente un beso dejaba.
¡ Si supiera viejo lo que es esta angustia
de verse clavado el remordimiento!
¡ Si sintiera viejo, esto que yo siento
cuando el pensamiento
va por los caminos negros del recuerdo!


sombra un cuerpo

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